Reproduzco a continuación la comunicación que realicé con varios amigos para el IV Congreso Católicos y Vida Pública, que tuvo lugar en otoño de 2002, ya que no está accesible a través de Internet y creo que es un texto que merece la pena.
Software Libre y Propiedad del Conocimiento
Autores:
David Marín Carreño
Javier Martín Rodríguez
Javier Montero García-Noblejas
Jose Luis Moreno Candel
1. Informática, Software Libre y Nueva Economía
El Hombre utiliza la tecnología desde que tiene conocimiento, aunque es en la actualidad cuando muchos confunden ambos términos. Hay quien comienza explicando la historia de la informática desde que se inventó el ábaco (el dispositivo de cálculo más antiguo que se conoce) pero es tras la invención de las computadoras de tercera generación (1964) cuando se emplea el término confuso de “revolución tecnológica“. El profesor Pedro Morandé rechaza este término ya que implícitamente insinúa que “la transformación de las conductas humanas tiene su causa en la tecnología“, y no en hechos sociales o culturales.[1] Pero no vamos a hablar de algo de lo que mucho ya se ha dicho sino que adelantándonos ya en el tiempo, a comienzos del siglo XXI, queremos poner la mirada en una nueva “revolución“ dentro del mismo campo de la tecnología (concretamente en el campo del software) que ha sido bautizada como software libre.
No son pocos los que realizan un superficial aunque comprensible paralelismo entre el llamado software libre y los movimientos antiglobalización que surgen en las cumbres mundiales de los países ricos. Como bien explicaba el profesor Alejandro Llano en el pasado Congreso estos movimientos se parecen a los movimientos estudiantiles de mayo del 68 “a las que se parecerían en la común heterogeneidad y en la falta de proyectos“, y también afirma que “mayo del 68“, con todas sus implicaciones y consecuencias, constituye “uno de los fenómenos ideológicos más importantes del siglo XX“ [2]. Pero esta comparación es comprensible desde el punto de vista de que la informática y los movimientos estudiantiles por los derechos humanos son fenómenos que han convivido desde un punto de vista espacio-temporal.
Como muestra de ello, recordamos el documental recientemente emitido por TV en el que veíamos correr a Steve Jobs y Steve Wozniak (fundadores de la empresa de computadores Apple) por el campus de una Universidad norteamericana con un ordenador en la mano mientras la policía intentaba sofocar una manifestación por los derechos humanos. Steve Jobs afirmaba “ellos no: nosotros somos los verdaderos revolucionarios“ (Emitido por Canal +).
También es comprensible si se tiene en cuenta la misma heterogeneidad de los que participan en él: Richard Stallman, el fundador de la Free Software Foundation y uno de los más importantes programadores de software libre, defiende el componente revolucionario de este movimiento desde la “pureza”[3] de la programación. Sin embargo esta actitud contrasta con las sencillas pretensiones del finlandés Linus Torvalds, iniciador de núcleo del sistema operativo libre Linux, qué afirmaba que “la única razón por la que liberé Linux es porque tenía sentido hacerlo”[4]. Es por eso que no podemos hacer un juicio homogéneo de esta realidad sino únicamente contemplar los aspectos positivos (que son muchos y sorprendentes para el tema del actual congreso) y evitar las manipulaciones ideológicas o activistas que siempre amenazan a la participación del cristiano en la vida social y económica.
Dentro de la realidad de la crisis de la “economía tecnológica” a no pocos les gustaría contemplar este fenómeno como una “revolución de la revolución”. Esto no es lo que pensamos. Quedan atrás ya los planteamientos utópicos de una economía perfecta de la sociedad de la información analizados en el pasado congreso. Sin embargo como alternativa a las normas clásicas del sistema empresarial, se nos plantea un modo de economía de carácter corporativo que está comenzando a cambiar el mundo de la programación, creando un nuevo marco económico dentro de todo un mundo de intereses estrictamente empresariales y abriendo la posibilidad de la tecnología informática a entornos donde no era económicamente viable.
2. El modelo tradicional de licencias y el modelo de la GPL
La industria de generación de programas de ordenador (software) lleva décadas basando gran parte de su negocio en el sistema de licencias de uso para la utilización de sus programas. Estas licencias se basan en la propiedad del software por parte del autor del mismo[5] aunque no siempre esta propiedad sea bien utilizada. No cabe duda de que es un modelo muy lucrativo, ya que asegura que, para cada nueva versión liberada de un programa, todos los clientes que deseen utilizarla deberán realizar el pago correspondiente.
Cabe destacar que, habitualmente, en el caso de las pymes y usuarios domésticos, el software se vende sin ninguna garantía de que funcione o vaya a funcionar, ni que se vaya a amoldar a algún cometido específico. Ésta es la ventaja - y el margen de comodidad - de las multinacionales del software, que tienen el mercado asegurado gracias a un producto que es prácticamente de primera necesidad en el mundo que vivimos. De manera adicional, el fabricante de software puede añadir a la licencia ciertas restricciones que no permitan utilizar el programa para ciertos usos que no interesen al fabricante, por ejemplo, prohibiendo que se emplee con otros programas de empresas competidoras.
Por otra parte los fabricantes de software tradicional nunca proporcionan el código fuente de los programas (el cómo están hechos). De esta manera, impiden que un cliente pueda adaptar un programa a sus necesidades reales que, a menudo suelen ser demasiado específicas para que las grandes empresas de desarrollo de software estén interesadas en solucionarlas. El comprador, de hecho y mediante un mecanismo muy complicado de derecho, finalmente no parece que compre un programa sino que más bien lo alquila puesto que su uso estará limitado por el tiempo y por lo que diga la licencia (se prohíbe la distribución y la sublicenciación). Y todo esto a un precio no precisamente asequible.
Las multinacionales de software ofrecen comodidad, facilidad de uso y garantías que a menudo no cumplen pero que todos, gracias a nuestra sociedad de la información nos creemos.
No hay que olvidar por otra parte que no podría entenderse un desarrollo tan espectacular de este sector de la tecnología si no fuera por la inversión de estos grandes capitales. Pero no todo se les debe a las multinacionales aunque algunos economistas se empeñen en ello. Existe un amplio campo de investigación en las universidades donde se experimenta de un modo más libre sin la presión de los objetivos de la empresa. Y de este modo se ha utilizado Internet como un modo de colaboración, no solo entre universidades, sino entre usuarios finales y profesionales. En este entorno nace el Software Libre.
Pero esta es una realidad que a menudo no se tiene en cuenta. Nos da la impresión de que los verdaderos avances los llevan a cabo quienes mediante el mecanismo del marketing nos venden el producto final. Y se da la aceptación del hecho de que no existe otra alternativa a este modelo económico de licencias. Lo cual es una gran demostración de poder pero no de autoridad.
Según se ha visto, podríamos decir que la licencia de uso del software tradicional se basa en restricciones. Por el contrario la licencia GPL de la Free Software Foundation -la licencia de uso más extendida del software libre- se basa en otorgar derechos. La GPL es -en palabras de Linus Torvalds- “una llave de judo sobre las leyes de copyright”[6]. Pero no es un mecanismo absoluto. Es un modo de hacer las cosas que es más adecuado en muchos de los casos que nos encontramos. Como dice el propio Linus: “Cuando poseo una casa, prefiero ser dueño de la casa y aguantar sus problemas, que alquilarla. Y pienso que lo mismo es valido para el software”[7].
Él mismo afirma que le gustaría aclarar que: “No pienso que haya nada esencialmente superior en la licencia GPL si la comparamos con la BSD por ejemplo. Pero la GPL es con la que yo quiero programar porque, al contrario que la licencia BSD, garantiza que cualquiera que trabaje sobre el proyecto en el futuro, contribuirá con sus cambios a la comunidad”[8].
La licencia GPL otorga derechos de uso aunque no la propiedad en si del descubrimiento -esto hay que destacarlo-, en tres niveles: libertad de modificación, libertad de copia y libertad de uso.
La primera característica diferencial del software libre es la disponibilidad del código fuente y el derecho de modificación del programa. Gracias a ello, cualquier persona con los conocimientos necesarios de programación podrá modificar un programa de software libre para adaptarlo a sus necesidades, y posteriormente, venderlo o distribuirlo con los beneficios que ello conlleve. Esto es muy interesante para empresas y organismos estatales.
La segunda característica diferencial de la GPL (de la que deriva el hecho de que el software libre sea habitualmente gratuito) es el derecho de copia y redistribución. Esto permite que cualquier persona pueda redistribuir el programa a terceros, con las condiciones económicas que desee, siempre y cuando mantenga para con ellos todas las libertades que proporciona la licencia, y ninguna restricción adicional. Gracias a esta característica es perfectamente posible y legal vender software libre (sea propio o no), o distribuirlo (gratuitamente o no) por Internet.
La tercera característica del software libre es el derecho de uso: no se pone ninguna restricción al uso del software, pudiéndose utilizar para lo que se desee, sin necesidad de obtener licencias.
La única restricción incluida en la licencia GPL es que el software libre ha de permanecer libre para siempre: cualquier software que se derive de software libre deberá tener la misma licencia. De esta manera se asegura que nadie podrá aprovecharse del software libre vendiéndolo con el modelo de licencias tradicional.
Pero, como bien sabemos, la libertad no solo consiste en la libertad de acción sino en el horizonte de sentido que esa misma acción tiene y que la supera. Y es por eso que analizamos las consecuencias sociales y económicas entre otras que podría tener.
3. Consecuencias Económicas del modelo del Software Libre
Si se examina el mercado, es fácil comprobar que las cantidades obtenidas por las grandes empresas de software con la venta de licencias de uso no son la mayor fuente de beneficios: la formación de usuarios y el soporte técnico son también una fuente importante de ingresos. El mercado del software es ciertamente más complejo que la simple compra y venta de licencias.
Se ha impuesto, como en otros muchos sectores económicos, un sistema de capitalismo salvaje en el que las pequeñas empresas que desean dedicarse a la informática tienen que realizar grandes inversiones en la compra de software a las grandes empresas y en la certificación profesional sobre el uso del mismo por parte de sus empleados. Estas pequeñas empresas, una vez han superado los grandes escollos iniciales, recurren a los mismos mecanismos de poder que emplean las grandes empresas del sector.
¿Es lícito este tipo economía? Si los fabricantes de software ofreciesen garantías, arreglaran los problemas cuando aparecen, y no emplearan abusaran del poder adquirido, este sistema sería lícito. Pero desgraciadamente, esto no es así: las grandes multinacionales se han convertido en esclavas del marketing, publicando productos defectuosos, no ofreciendo ninguna garantía al cliente… En realidad, estos problemas no son inherentes al esquema de software tradicional, sino que son debidos a una falta de ética por parte de los empresarios.
Hay que decir, no obstante, que no todas las empresas con el modelo tradicional van contra la ética. Pero si que el modelo del software libre evita basarse en la búsqueda de una posición de poder a partir del secreto de nuevos conocimientos, utilizando una filosofía de conocimiento compartido y trabajando en proyectos de los que incluso pueden beneficiarse las empresas competidoras (que de hecho, se benefician).
La adopción de licencias de uso libres conlleva, en la práctica, una merma considerable de los ingresos generados por la venta de software. Estos ingresos aún se producen en el caso de la creación de programas específicos para un cliente. Pero el negocio no puede estar basado en ella (ese cliente, podrá, si lo desea, vender o incluso regalar el programa a terceros). Por consiguiente, todo el modelo de negocio se desplaza a la obtención de beneficios a partir de la formación profesional y a un soporte técnico eficaz.
Además, el derecho de modificación que otorgan las licencias libres de software permite la apertura de otra rama de negocio para la obtención de beneficios: la modificación del software existente para su adecuación a ciertos cometidos específicos.
Muchos de los problemas originados por la falta de ética de las empresas de software tradicional no existen dentro del software libre: la calidad del software es mucho mayor, ya que en caso de descubrirse un error, cualquier persona con los conocimientos suficientes puede subsanarlo y no tiene que esperarse a que los autores del software original lo subsanen para la siguiente versión. El resultado final suele ser más provechoso en muchos de los productos con este modelo de licencia. La palabra moderna “valor” ahora nos hace recordar al concepto tradicional de Bien. Como uno de los tres trascendentales (Bien, Verdad, Belleza). Unido al Bien está la Verdad (funciona como dice y dice como funciona) y la Belleza (no cae en una mera estética engañosa fruto del marketing. En el sistema operativo GNU/Linux, por ejemplo el Escritorio no es lo más importante). El producto es bueno y tiene un valor objetivo, no especulativo, a lo mejor no es “el mejor” pero “es lo que es”. Esto, claro está, no ocurre en todos los casos, pero es una situación que se favorece con este modelo de economía.
Tampoco se da el problema de que el usuario de software quede a merced de los abusos de poder del fabricante de software: al existir multitud de desarrolladores y fabricantes de software, y tener un conocimiento compartido, el usuario siempre podrá elegir qué proveedor de software necesita, ya que si alguien desea abusar de una posición de poder, cualquier empresa competidora se convertirá en la candidata perfecta para ser en proveedora de servicios a los usuarios.
Los ejemplos de empresas como RedHat, Ximian o Suse indican que el software libre es una alternativa económicamente factible.
Una objeción común al software libre consiste en pensar que es incompatible con la norma del “máximo beneficio” puesto que éste se da en el modelo tradicional de licencias, pero no se enfrenta a ella. Una empresa puede utilizar ambos modelos de licencia y una empresa basada únicamente en este modelo no compite de un modo diferente con otras que no llevan a cabo este modelo. Ciertamente creemos que es una apuesta por el “beneficio justo” teniendo en cuenta otros factores como son el bien común que en la jerga de Software Libre se llama comunidad.
4. Consecuencias sociales del modelo del software libre. Propiedad del conocimiento y destino universal de los bienes
Como podemos leer en la Centessimus Annus: Existe otra forma de propiedad, concretamente en nuestro tiempo, que tiene una importancia no inferior a la de la tierra: es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las Naciones Industrializadas[9]
Muchos economistas hablan ya de la “brecha digital” que divide la economía mundial. Existen naciones que no tienen acceso a la tecnología y ello les impide ser realmente competitivos y desarrollarse. Es por eso que no es de extrañar que países como Perú, Venezuela, Brasil o más recientemente Colombia opten por legislaciones que favorecen el Software Libre. La inversión, de esta manera, suele permanecer en empresas locales y no se dirige en dependencia hacia las multinacionales. En el caso de países con economías poco favorecidas ésta resulta la única posibilidad de invertir en tecnología, ya que todo el conocimiento necesario para trabajar con el software libre está disponible a través de Internet. Compartir la propiedad del conocimiento tiene en estos casos, como podemos ver, graves consecuencias sobre la redistribución de la riqueza.
El Software libre da la posibilidad de una mejor distribución de riqueza en el sentido que no toda la inversión va hacia el capital-riesgo sino que se distribuye entre los profesionales de la programación o en pymes que se subcontraten para determinados trabajos, favoreciendo una economía de la clase media mas diversificada incluso en los países industrializados. Solo se necesita una inversión económica en hardware, que además no tiene que ser de última generación, ya todo funciona perfectamente con hardware con algunos años de antigüedad. Es por eso que no pocas ONG’s se dedican a enviar hardware al tercer mundo.
No obstante compartir el conocimiento no es “compartir información”, eso bien nos lo explicaron los conferenciantes del pasado Congreso. También sabemos que el conocimiento es algo más que un algoritmo de bits -haga lo que haga ese algoritmo- por eso no es posible reducir este “compartir” a mera documentación o a establecer procedimientos de toma de decisiones. Una de las principales aportaciones del movimiento impulsor del software libre ha sido llamar la atención acerca de la privatización del conocimiento científico.
Con el transcurso de los años, la investigación y desarrollo se ha ido privatizando. Se han pervertido los mecanismos de protección de la investigación y el desarrollo en el marco empresarial mecanismos que aseguran el secreto de las investigaciones, y la imposibilidad de uso por parte de terceros de los descubrimientos que representan un bien común.
Como ejemplo, podemos exponer el caso, por ejemplo, de varias empresas farmacéuicas tcontra los estados de Sudáfrica y Brasil, debido a que éstos habían comenzado a fabricar medicinas retrovirales contra el SIDA que estaban patentadas por las empresas farmacéuticas.
Las empresas de software libre han demostrado que es factible un modelo económico empresarial en el que el conocimiento sea compartido, de modo que la investigación y desarrollo sean públicos, y estén disponibles a todo el mundo: competencia incluida. Y el modelo de software libre, como ya se ha indicado, está resultando económicamente viable.
Es razonable pensar que, con la aplicación de este modelo a otros campos, ciertas empresas no invertirían en I+D y se limitarían a copiar y adaptar las soluciones realizadas por terceros. De hecho, en el mundo del software libre, esto sucede. Pero también es cierto que el grado de conocimiento adquirido durante el desarrollo de una investigación es mucho mayor que el que se adquiere estudiando los frutos de la misma: las empresas que invierten en I+D están más preparadas para abordar problemas relacionados con los nuevos conocimientos adquiridos. Además, adquieren prestigio y la consideración de marca puntera. De esta forma, la balanza se equilibra.
Todas estas dignas propuestas para el mundo actual requieren una actitud previa ante la vida. Es difícil aceptar estos planteamientos con una concepción egocéntrica de la existencia. Por eso es urgente en este campo, como en muchos otros, la necesidad del testimonio cristiano que concibe la vida como don. Solo se puede dar lo que se considera propio -por eso no podemos aceptar propuestas colectivistas-, ni tampoco aceptamos propuestas individualistas pues como cristianos sabemos que todo bien tiene un destino universal. En la Web podemos leer unas palabras de Chiara Lubich:
“A diferencia de la economía consumista, basada en la cultura del tener, la Economía de Comunión es la economía del dar. Nos puede parecer difícil, arduo, heroico. Pero no es tal, porque el hombre, hecho a imagen de Dios, que es Amor, encuentra la propia realización precisamente en el amar, en el dar. Esta exigencia está en lo profundo de su ser, sea creyente o no creyente”[10]
La propuesta de Chiara Lubich es respecto al modelo llamado Economía de Comunión puede ser valida para todos «emprendedores» en el terreno de la informática para mirar al mundo y coger de él lo bueno.
“Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará todo lo demás”[11]