A continuación reproduzco un texto escrito por mi amigo Alonso Muñoz Pérez, sobre el campamento de la Puerta del Sol. Aunque no estoy, en algunos detalles, completamente de acuerdo con él, creo que da un toque de atención sobre ciertas ideas que se están proclamando.
Comentaba el intelectual católico Augusto del Noce en 1968 sobre el Mayo francés: “los extremistas quieren ir más allá del aburguesado partido comunista y rechazan ser instrumentalizados. Su eslogan es <> […] No hay necesidad de insistir demasiado sobre la necesidad en la que el movimiento está prisionero; como para los primeros fascistas, no hay otra posibilidad política para los rebeldes, excepto la de unirse con una de las fuerzas del sistema, pero no ya en calidad de guías, sino de instrumentos. En la unidad de las izquierdas tendrán la función de guardias de asalto y gastadores. Dejar a otros las tareas subversivas, apoyar, presentarse sucesivamente como principio de orden, lograr el control son las mejores ocasiones para el partido comunista. […] Si la nueva generación ha sido sensible a argumentos, sustancialmente infantiles, se debe a la falta de una cultura verdaderamente seria y adecuada, apta para guiarlos en sus elecciones […]. Los intelectuales deben tomar conciencia de que la “revolución estudiantil” no ha sido un episodio de carnaval, sino un signo providencial para concienciarles de su responsabilidad; y si la oposición debe ser férrea con respecto a las imposiciones y a las propuestas que no dependen más que de la tentación totalitaria, sin embargo, debe ser distinta la actitud con respecto a la genuina, aunque confusa, incomodidad moral” (Agonía…, p. 62). Cuarenta años después, los hijos de los que mandan ahora (los jóvenes del mayo del 68) vuelven a repetir la misma historia (Cayo Lara, IU: “Mi hija ha pasado la noche entre los acampados”). Eso significa que en cuarenta años seguimos en el mismo sitio: genuina incomodidad moral, tentación estatista, falta de criterio cultural y de verdaderos pensadores (con excepciones como Dalmacio Negro).
¿Indignación? Stephane Hessel es un estatista de larga tradición. Incluso se pone como mérito el haber participado en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos. En primer lugar, él no pintó nada real en semejante documento (ver el artículo de García Domínguez en Libertad Digital). En segundo lugar, eso sólo le pone dentro de la camarilla estatisto-socialdemócrata que desde finales de la segunda guerra mundial (o guerra civil europea 1914-1945) gobierna. ¿Indignarse? Si acaso me quedo con el Stolz (orgullo, dignidad) de Sloterdijk, ciertamente criticable, pero sin duda bastante más serio que el típico discurso abuelocebolletista de la izquierda más conservadora. Indignarse es simplemente reactivo y acaba por medirse con lo que pretende erradicar, convirtióndose así en una reproducción del sistema. El sistema no es tan tonto como para no afianzar su legitimidad previendo lo anti-sistémico (como parte del sistema). Este es el mecanismo del ciclo de la violencia mimética tan bien descrito por R. Girard (vid. Veo a Satán caer como el relámpago).
Como dice el Arquitecto de Mátrix: “eres el producto de una anomalía, que a pesar de mis denodados esfuerzos no he sido capaz de suprimir de esta armonía de precisión matemática. Aunque sigues siendo una incomodidad que evito con frecuencia, eres previsible. Y no escapas a unas medidas de control que te han conducido inexorablemente… aquí.[…] Si no se regulan aquellos que rechazan el programa, aunque sean una minoría, constituirán una creciente probabilidad de desastre”.
En España no hay libertad educativa (monopolio estatal de iure y de facto), no hay “libertad de vivienda” (el derecho urbanístico estatal es la causa del alto precio de la vivienda), no hay libertad económica (pues no hay libertad de propiedad donde el Estado zorro se lleva la mitad de los huevos de las gallinas) y por último no hay libertad colectiva o política, pues el Estado consigue que nos aislemos en nuestra pequeña vida privada.
Pero entonces, si la Puerta del Sol es un cul-de-sac, ¿qué hacemos? ¿qué solución alternativa hay? No lo sé. Pero seguro que pasa por la Puerta del Pensamiento y lejos de reprogramar Mátrix. No sirve a mucho la indignación anti-Mátrix (prevista por el sistema). Mejor la dignidad de hacer serena y cordialmente algo nuevo, fuera de Mátrix (sin dejarse condicionar ni positiva ni negativamente por el Estado). Pero eso, no se puede afrontar seriamente en tres páginas, so pena de entrar por otra puerta en el asambleísmo solar (y lunar) del kilómetro cero.
¿Neo despertándose de Mátrix? No creo. Como mucho, los acampados sienten el dolor de “una astilla clavada en su mente” (Morfeo dixit). Pero está claro que si los de Sol piden más Estado, o sea, más líneas de programación de Mátrix, para arreglar los problemas generados por el Estado (y por sus millones de líneas de BOE-programación que en jerga estatal se llaman constituciones, leyes, reglamentos, órdenes ministeriales, formularios, trámites, permisos, licencias, controles, aduanas, etc… y sus en vez de programadores, funcionarios) entonces es que siguen en 1968. Y así, ¿qué puede ser la puerta del Sol –muy a su pesar y en el mejor de los casos- sino una rebelión del agente Smith contra sí mismo?
Alonso Muñoz Pérez