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Sobre la movida de los moros y las caricaturas de su profeta

Queridos niños: hoy vamos a aprender una cosa. Que a nadie le gusta que le inflen las napias, y que hay cosas llamadas educación y ética que, a menudo, están aparte de la llamada legalidad y las libertades, y las complementan.

Esta mañana, en la estación de Cercanías de Nuevos Ministerios, me he introducido en el ascensor hasta el fondo, porque estaba vacío. Cuando el ascensor ya estaba bastante lleno, ha llegado un personaje que ya provocaba sobrecarga en el mismo. Y no se crean que se ha bajado el señor, no. Ha tenido que irse otra mujer que estaba cerca de la puerta porque si no, el ascensor no se movía.

¿Era libre esta persona de subirse al ascensor? Sí, era libre de hacerlo. La libertad de movimientos por el estado español que consagra la constitución le permitía ese movimiento. Pero este personaje ha demostrado ser un maleducado que le importa un rábano las molestias que pueda causar a los demás. Vamos: un provocador.

Pues, en mi humilde opinión, es algo similar a lo que ha hecho el periódico danés. Es lo que en el ambiente internetero se llama trollear.

Por un lado, tenemos el derecho a la manida libertad de expresión. A todos los progres que desean rasgarse las vestiduras por la situación actual, yo les pondría otro ejemplo para que intentaran comprender cómo se siente alguien a quien, basándose en la libertad de expresión, se le ridiculizan sus convicciones religiosas.

Imagínense que un huérfano abre un periódico en el que aparece una tira cómica en la que se dice: «Me cagüen la madre de » y el nombre de dicho lector. ¿Sería muy divertido? Si el chiste fuera gracioso, lo sería para todos excepto para este lector y su familia cercana. Como persona religiosa, sé que el sentimiento es muy similar.

Los integristas musulmanes, que como todos sabemos no son demasiado modositos los chicos, están amenazando a diestro y siniestro. Es lo que tiene meterse con el padre del malote de la clase, que luego te quiere pegar, y a no ser que te muevas bien o te busques alguien o algo como defensa, al final te pega.

Con esto no estoy diciendo que esté de acuerdo con lo que hacen los mahometanos, ya que yo soy de los de poner la otra mejilla. De hecho, me parece algo terrible que por unas tiras cómicas se amenace de muerte a alguien o se boicotee un país (incluso a toda la UE).

Vamos: un cero para los intolerantes musulmanes. Pero como mis más cercanos no son intolerantes musulmanes, y mis críticas se las trae al pairo, deseo remarcar mi crítica a la absoluta falta de educación que se produce al meterse públicamente con las cosas sagradas ajenas, se crea o no en ellas: un cero para el periódico provocador.

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